Fuente: Graciana Peñafort | El cohete a la luna
Fecha: 10 de FEB 2019
El lunes 18 de julio de 1994 a las 9.53 estalló una bomba en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en lo que es considerado el más brutal atentado que sufrieron civiles en nuestro país luego del bombardeo de Plaza de Mayo del ’55, al cual las crónicas oficiales —inexactas— le atribuyen 308 víctimas. En el atentado de la AMIA murieron 85 personas.
Pocas horas después, “el primer ministro israelí Yitzhak Rabin propuso al gobierno argentino de Carlos Menem coordinar una interpretación unificada de lo sucedido, que conviniera a los intereses políticos de ambas administraciones. Así se desprende de un cable emitido por el embajador argentino en Israel José María Valentín Otegui, a las 2.50 horas del 19 de julio de 1994”.
Comenzó entonces una historia que lleva casi 25 años y que debería avergonzar al Poder Judicial argentino y a buena parte del poder político.
En enero del 2013, luego de 19 años sin avances sustanciales en la causa AMIA, la Argentina suscribió un Tratado de Entendimiento con Irán, para obtener, finalmente la declaración de los iraníes imputados por el Poder Judicial argentino de haber participado en ese atentado, que a la fecha permanece sin resolver. Dicho Memorándum fue aprobado por ley en el congreso argentino. Luego fue declarado inconstitucional. El gobierno de Mauricio Macri no apeló la inconstitucionalidad y por lo tanto la misma quedó firme. El Memorándum con Irán, jamás entró en vigencia.
Esta es la historia de la infamante causa judicial que surgió a partir de la denuncia del fiscal Alberto Nisman, en la que acusó a Cristina Fernández de Kirchner, a Héctor Timerman (foto principal) y otros funcionarios y dirigentes sociales argentinos de haber utilizado ese Memorándum como herramienta para encubrir a los responsables del atentado.
Esta es la quinta nota de la serie, donde intento contar la historia de la causa judicial que se inició con la denuncia de Nisman. Y también es la historia de uno de los hombres que sufrieron esa causa en carne propia. Se llamaba Héctor Timerman. Junto con Alejandro Rúa, fuimos sus abogados en esa causa.
…………………………………..
El Memorándum con Irán se firmó el 27 de enero del año 2013. Y desató el infierno.
A decir verdad, las primeras llamas se habían presentado antes de su firma, en el contexto de las reuniones técnicas que se habían acordado para encontrar la solución a la controversia entre funcionarios argentinos e iraníes.
La controversia era —y continúa siendo— que la ley argentina exige que sean los funcionarios judiciales argentinos quienes interroguen a los imputados. Sin esa indagatoria la causa no puede avanzar. Por su parte, Irán no concede la extradición de sus ciudadanos. En 2012, la causa llevaba ya 18 años en punto muerto.
Los equipos técnicos de ambos países discutían cómo hacer posible la declaración de los imputados iraníes.
En dicho contexto, la AMIA y la DAIA solicitaron al fiscal Nisman que “toda vez que dichos acercamientos, o reuniones, podrían eventualmente llevar confusión a las autoridades de Interpol, encargadas de efectivizar las capturas ordenadas en el sumario… evalúe, a los efectos que pudiera corresponder, si deviene necesario hacer saber a las autoridades (locales e internacionales) de Interpol y de manera clara e inequívoca, que dichas capturas oportunamente ordenadas siguen plenamente vigentes y con todo su vigor”. También solicitaron que el fiscal evaluase si correspondía ratificar la plena vigencia de las alertas rojas.
Dijeron también que rechazaban “la AMIA, de la DAIA e incluso de un grupo mayoritario de Familiares de las Víctimas del atentado, la intención del Poder Ejecutivo Nacional, instrumentada a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, de procurar un acercamiento, negociación, acuerdo o como corresponda llamarlo, justamente con las autoridades de la República Islámica de Irán, país que, en todas y cada una de las resoluciones antes aludidas, ha sido sindicado como responsable último (a través de altos funcionarios de gobierno) de decidir, planificar y ejecutar el atentado”.
Hay que señalar que aun no estaba redactado el texto del Memorándum y tanto la AMIA como la DAIA reprochaban ya que la Argentina procurase un acercamiento, o acuerdo con Irán. Pese a que era esa la única forma de permitir el avance efectivo de la causa por el atentado a la AMIA.
También solicitaron que Nisman “libre oficio al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a fin de que informe —aún con carácter reservado si ello fuera estrictamente necesario— del trámite y resultado —aún parcial— de los encuentros mantenidos entre funcionarios de dicha dependencia y sus pares iraníes”.
Nisman denegó todos los pedidos de la DAIA y la AMIA, salvo el de solicitar a la Cancillería que informase sobre el avance del trabajo de los equipos técnicos.
La respuesta de la Cancillería llegó inmediatamente e informó que “embajadores de esta Cancillería integraron la delegación, junto con la Procuradora del Tesoro de la Nación, que mantuvo tres reuniones de trabajo con representantes de la República Islámica de Irán, en Ginebra”.
Y que “durante las mencionadas reuniones las delegaciones trabajaron en el propósito de explorar un mecanismo legal que no esté en contradicción con los sistemas legales de Argentina e Irán en los puntos fijados por los cancilleres de ambos países en el comunicado conjunto del 27 de septiembre de 2012, en los márgenes del 67° Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la ONU”.
Por supuesto, se hizo “saber al Sr. Fiscal General que tratándose de un proceso de negociación diplomática entre Estados las partes han acordado mantener reserva de su contenido mientras dure el mismo”. Lo que fue tenido presente por el fiscal Nisman e informado a las querellas (hojas 132.822 y 132.823).
Luego de esa respuesta de Cancillería, la DAIA y la AMIA insistieron en que se le tomase “declaración testimonial a los funcionarios que, según esa información, habrían participado en las reuniones con los funcionarios iraníes”. Y el fiscal Nisman no concretó esa convocatoria, teniéndola presente.
¿Por qué la AMIA y la DAIA se oponían a las negociaciones para que los iraníes pudieran prestar declaración ante el juez argentino? Ambas asociaciones sabían perfectamente que era la única forma posible para que a causa AMIA avanzara.
Una respuesta posible a esa pregunta incomprensible la publicó no hace mucho Ricardo Ragendorfer en Tiempo Argentino. Allí relató una reunión ocurrida con posterioridad a la firma del Memorándum, pero que puede dar la clave para esa oposición prematura de la AMIA y la DAIA.
Relata Ragendorfer [1] que en esa reunión ocurrida en el año 2013 “Schlosser [presidente de la DAIA] había concurrido al despacho de Timerman en la Cancillería con el vicepresidente de la AMIA, Waldo Wolff (hoy diputado de PRO), y el entonces secretario general Knoblovits . Al ministro de Relaciones Exteriores lo acompañaba el secretario de Culto, Guillermo Oliveri”.
“Los visitantes no creían que el acuerdo con Irán para interrogar allí a los presuntos responsables del atentado pudiera guiar la pesquisa hacia la verdad. También invocaron “impedimentos estratégicos” no debidamente aclarados. Y al respecto, Schlosser esgrimió un notable argumento: ‘Los muertos ya están muertos, Héctor; hay que pensar en los vivos’”.
“Wolff, a su vez, permanecía mudo, con los ojos clavados en el suelo”.
“Y Knoblovits, abogado de profesión, iba levantando temperatura. Hasta que, de pronto, saltó de su asiento, al grito de: ‘Si Canicoba Corral (el juez de la causa) va a Irán y le dicta a los acusados la falta de mérito porque la prueba no alcanza, ¿de qué nos disfrazamos?’. Y remató: ‘¡Eso sería inaceptable!’”.
“Schlosser entonces le ordenó con un parpadeo que se llamara a silencio. Wolff continuaba con los ojos clavados en el suelo”.
“¿Qué temía realmente Knoblovits? ¿Acaso no estaba convencido de la autoría iraní del atentado?”
“Tanto las circunstancias de esa reunión como el registro textual de los diálogos fueron confirmados a este diario por Oliveri.”
Quien escribe esta nota no sabe la respuesta. Pero no dejo de asombrarme cuando reviso hojas ya gastadas del expediente de la investigación del atentado de la AMIA y veo como tanto AMIA y DAIA se opusieron a lo que parecía el camino posible para encontrar la verdad en esa causa.
Pese a la oposición de ciertos sectores las negociaciones avanzaron. Y el Memorándum se firmó. También se firmó ese 27 de enero una nota dirigida a Interpol notificando la firma del Memorándum , en cumplimiento del Art. 7 de dicho instrumento que disponía: “Este acuerdo, luego de ser firmado, será remitido conjuntamente por ambos cancilleres al Secretario General de Interpol en cumplimiento a requisitos exigidos por Interpol con relación a este caso”.
En la nota enviada se agradecían los esfuerzos de Interpol “en diversas ocasiones en años pasados destinados a acercar a las delegaciones de nuestros países para resolver sus diferencias en vuestra organización con mutuo entendimiento y respeto”, informando que “ambos países han acordado que las cuestiones entre ellos sobre el caso AMIA serán resueltas a través de la cooperación internacional”.
No pasaría mucho tiempo sin que AMIA y DAIA señalasen esa nota como la evidencia de que la firma del Memorándum estaba destinada a permitir que se diesen de baja las alertas rojas de AMIA.
Ese señalamiento desconoce de modo brutal la notificación formal que hizo la Argentina a Interpol donde señaló que “actualmente, ese instrumento está siendo considerado por los órganos relevantes de uno y otro país a los efectos de su aprobación de conformidad con las Leyes respectivas, por lo que aún no se encuentra vigente”.
“Por otra parte, de acuerdo con las normas aplicables, cualquier cambio en los requerimientos de captura internacional oportunamente formulados a INTERPOL desde la Argentina en relación con los graves crímenes investigados en la causa AMIA, sólo podrá ser realizado por el juez argentino con competencia en dicha causa, Dr. Rodolfo Canicoba Corral, a cargo del juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 6 de esta ciudad. Es decir que la firma del Memorándum de Entendimiento, su eventual aprobación por parte de los órganos relevantes de ambos Estados y su futura entrada en vigor no producen cambio alguno en el procedimiento penal aplicable, ni en el status de los requerimientos de captura internacional arriba referido”. Esa nota la firmó Héctor Timerman.
La respuesta de Interpol llegó a la Argentina el 15 de marzo de 2013. En ella su Consejero Legal expresa que “la Oficina de Asuntos Jurídicos de la Secretaría General de INTERPOL manifiesta que dicho acuerdo no implica ningún tipo de cambio en el status de las notificaciones rojas publicadas en relación a los crímenes investigados en la causa AMIA. En este sentido, la Oficina de Asuntos Jurídicos considera que el referido acuerdo es un desarrollo positivo en el esclarecimiento de la causa”.
Pese a toda esta documentación, los necios y también los que estaban empujados por mezquinos intereses políticos insistieron en la acusación. Contra toda evidencia. Incluso contra los dichos taxativos de Interpol.
Relató Héctor Timerman acerca de los días posteriores a la firma de Memorándum: “Cuando terminé con la firma de la nota de comunicación a Interpol llamé a los presidentes de la AMIA y de la DAIA, quienes estaban sorprendidos y querían conocer más detalles. Quedamos en que los llamaba de la primera escala en mi viaje de retorno. Así ocurrió y quedamos en reunirnos con las Comisiones directivas de ambas instituciones y los familiares de las víctimas”.
“En la reunión noté que había una lógica preocupación por entender los alcances del Memorándum pero los percibí cautamente optimistas. Por el contrario, los dirigentes de la AMIA y la DAIA recién comenzaron a ceder a medida que transcurría la reunión y yo podía contestar las preguntas. Al final, dimos una conferencia de prensa junto a los familiares y la dirigencia de ambas instituciones”. (Que puede ser evaluada aquí: https://m.youtube.com/watch?v=YmtU26X0AIg)
“Al volver a mirar el video sigo pensando que ese día había un consenso en avanzar con el Memorándum”.
“A los pocos días Borger vino a verme a la Cancillería y me pidió que al menos le cambiemos el nombre a la “Comisión de la Verdad” y que la AMIA y los familiares pudiesen presenciar la indagatoria en Teherán. No recuerdo si había algún otro pedido. Le dije que yo no veía ningún problema, que lo consultaba con la Presidenta y lo volvía a llamar. Cristina me dio luz verde para hablar con los iraníes y negociar los pedidos de la AMIA. Debía ser un viernes porque ese día salió un comunicado de la AMIA rechazando el Memorándum en términos muy duros y diferentes a lo conversado con Borger en mi oficina”.
“Borger no me atendía y entonces llamé al director de la AJN que fue el difusor del comunicado y me contó que hubo una reunión de la dirigencia comunitaria con el Rabino Levin en la ieshivá de éste último y que el comunicado le llegó directamente desde la oficina del Rabino Levin y que ahora era shabat y nadie me iba a atender el teléfono. También me dijo que todo lo que salía de la oficina del Rabino Levín era intocable y debía publicarse tal cual era recibido en AJN”.
“Qué pasó en esos pocos días entre la reunión que mantuve en la AMIA y el comunicado rechazando el Memorándum es una incógnita”.
El 21 de febrero de 2013 la Cámara de Senadores le dio media sanción a la ley que aprobaba el Memorándum. El 27 de febrero se aprobó en la Cámara de Diputados.
Esta fue la portada del diario de mayor circulación nacional en la Argentina el 28 de febrero de 2013. Pobre Héctor Timerman, la infamia contra él había comenzado.
[1] https://www.tiempoar.com.ar/nota/atentado-a-la-amia-el-dia-que-el-nuevo-titular-de-la-daia-puso-en-duda-la-autoria-de-iran
Nota relacionada:
AMIA: el encubrimiento del encubrimiento