Fuente: Ricardo Aronskind | La Tecl@ Eñe
Fecha: 17 de ENE 2019
Nos encontramos en un momento particularmente extraño de la vida política nacional, en el cual recrudecen los aspectos más impiadosos del fracaso económico gubernamental, pero no se registra una reacción colectiva acorde a la agresión masiva que sufre la sociedad vía precios, tarifas, cierre de empresas, tasas de interés usurarias, redoblada presión impositiva y abandono del Estado de sus funciones básicas en materia de salud, educación, seguridad, etc.
Además, la presión económica se acrecienta semana tras semana, sin que aparezcan medidas de alivio. El gobierno está enviando muchos recursos hacia los sectores más postergados de la sociedad para evitar situaciones que puedan detonar episodios de violencia, y apuesta –nuevamente- a una reactivación que aparecería luego del primer trimestre, por razones tan sólidas como las de los anteriores anuncios gubernamentales de “brotes verdes”.
Fracaso económico rotundo ¿sin rechazo social?
A pesar del amontonamiento increíble de datos pésimos sobre consumo, ventas, producción, inversión, etc. etc., la discusión se mantiene en un nivel político muy bajo, en temas vinculados a los magros salarios o a las escasas ventas, o a la pérdida de clientes.
Esto tiene dos desventajas:
1) Se sigue sin discutir lo fundamental, el modelo económico –más allá de su ocasional ejecutante-. Lastrados los habitantes por una suerte de incapacidad de comprensión política o de abstracción para debatir temas más abarcativos que la mera situación personal. El problema es que si se sigue sin conectar lo personal con lo colectivo, se puede seguir persistiendo en el tipo de voto que llevó al macrismo. Las fantasías podrían trasladarse de Macri a Vidal, o Urtubey.
2) Al mantenerse en el plano de los problemas personales, o de la incomprensión de la coyuntura, como si del estado caprichoso del tiempo se tratara, se está a tiro del argumento de “ya está pasando lo peor”, “fue un contratiempo transitorio”, “estamos superando el traspié” y otros argumentos característicos del macrismo. Por otra parte, no es un problema de mera “reactivación económica” lo que debe discutirse, ya que para que ésta pueda concretarse en el futuro se deberán recuperar una serie de instrumentos fundamentales de intervención estatal de la economía, y de paso sentar las bases para un verdadero desarrollo económico.
Todavía no existe el estado de ánimo social necesario para producir una ruptura con el neoliberalismo y avalar o apoyar las necesarias medidas de reconstrucción nacional. Se siente la insuficiencia del aliento popular para ajustar cuentas con este proyecto regresivo.
El amplio campo de los agredidos por el modelo macrista:
Es probable que hoy cerca de tres cuartas partes de la población estén siendo agredidas por el desastre económico generado por la actual gestión. También es evidente que si este bloque social reaccionara en conjunto contra el actual estado de situación, el problema político estaría en vías de resolverse.
Pero eso aún no ocurre, y es muy importante encontrar las causas por las cuales hasta ahora sólo una fracción menor de la sociedad está enfrentando con decisión el rumbo neoliberal-conservador del macrismo.
Sin pretender agotar las causas de la relativa falta de reacción colectiva, entendemos que pueden estar jugando distintos factores, en distintos tipos de público.
Los sectores populares con mayor conciencia política:
Partiendo de los más decididos sectores que vienen enfrentando desde el primer día al actual proyecto político, surge que existe en el propio campo nacional y popular una falta de organización manifiesta, que impide actuar coordinadamente en el debate público y la comunicación social, en la impugnación de las medidas, en las acciones colectivas necesarias e incluso en la propuesta de medidas alternativas que den esperanza en un cambio de rumbo efectivo.
La falta de organización es un verdadero corsé para el enorme potencial humano y político de un campo que permanece disperso y desconectado.
Este incluye la interpretación paralizante que algunos hacen del liderazgo de Cristina, de la que están esperando que tome todas las iniciativas y al que se encuentran imaginariamente subordinados como “soldados”. Utilizando precisamente la metáfora militar, hay que decirles a esos compañeros que no existe ejército en el mundo en el cual el comandante en jefe tenga que dar todas las órdenes para todas las acciones que se emprendan. Siempre es fundamental dar amplio margen de maniobra y de iniciativa a los “subordinados”, contar con mandos medios capaces y con soldados inteligentes en condiciones de tomar iniciativas audaces en el campo de batalla.
Se nota también la falta de un vigoroso discurso anti-derecha, que apenas se ha esbozado. Buena parte del espacio nacional y popular ha pasado tres años señalando y criticando las barbaridades dichas y hechas por el macrismo, pero no ha logrado armar un discurso colectivo que imponga con fuerza ciertos temas fundamentales para disputar el sentido común. Ejemplos de esto: la subordinación mental de cierto sindicalismo a los empresarios, a los que se les cede el “saber económico” o el conocimiento acabado de la realidad. El movimiento obrero estaría limitado a “hacer acotaciones” sobre el libreto que sólo el empresariado neoliberal estaría en condiciones de formular.
Hace falta un discurso más exigente y riguroso en relación a los empresarios que están dando su pleno apoyo al modelo actual. Parece que en relación a la ideología neoliberal de estos sectores solo hay críticas de orden moral: “son rapaces” o “no les importa la gente”, pero falta una visión político-económica que señale los temas estructurales, como su falta de inversión a pesar de las altísimas rentabilidades de éstos años (responsabilidad fundamental de los capitalistas en el capitalismo), o la tradicional evasión y elusión impositiva (carencia crítica que explica que no haya ni condena pública ni siquiera indignación en relación a los paraísos fiscales, el lavado de dinero, las maniobras con las exportaciones, y los mil trucos inventados para no compartir parte de las ganancias con la sociedad). Debemos decir que este fenómeno es planetario, y se viene acentuando en todo el mundo desde los años ´80 del siglo pasado, pero que en el caso argentino encuentra enfrente a un estado con baja capacidad de control y castigo, y a una sociedad sumamente laxa en materia de aplicación de la ley, con un trasfondo de desinterés por lo colectivo.
La falta de crítica sólida sobre el tipo de capitalismo depredador que se ha construido, y sobre los ganadores del modelo macrista, favorece que ocurran situaciones insólitas en el ámbito de los debates públicos. Así resulta que los voceros mediáticos de los evasores impositivos, de los fugadores de miles de millones de dólares, de los fracasados empresarios que no toleran la competencia, sean capaces de iniciar campañas de achicamiento del gasto público, para lo cual pasan a denostar todo lo público, por ejemplo, poniendo en duda la importancia del Conicet, o la utilidad de los tecnológos y científicos locales, que tienen logros concretos para mostrar, y que se ven cíclicamente limitados por los nefastos proyectos neoliberales.
La debilidad del “frente” opositor, es más política y organizativa que un problema de recursos económicos. El gran capital está financiando masivamente al proyecto neoliberal de semi colonia, pero los sectores populares no están usando plenamente sus propios recursos (los saberes acumulados, la experiencia, la creatividad, sus redes organizativas y de solidaridad) para fortalecer y ampliar su ascendencia social.
En parte existe en el gran espacio popular algo de “rentismo” político: en vez de trabajar cotidianamente en la expansión del espacio, en la conquista de nuevas voluntades, en la educación de más y más jóvenes, se espera vivir de la “herencia” ya lejana de los votos de Perón, o más recientemente de Néstor y Cristina.
Otro aspecto en donde existe un déficit severo es en el esfuerzo investigativo para estudiar y comprender el fenómeno social macrista. Además de denostarlo, es necesario entender por qué más de la mitad del país lo votó, y más de un tercio lo sigue acompañando.
Es cierto que los políticos macristas mintieron groseramente, pero en todo caso hay que explicar por qué les fue tan fácil mentir con estupideces tales como “dejar lo bueno y cambiar lo malo”, o con el conjunto de buzones que lograron vender durante la campaña electoral, y siguieron vendiendo durante estos 3 años de gobierno. La “pesada herencia”, los PBI “robados”, etc., son la demostración de la facilidad que tiene el macrismo para instalar falsedades que son ampliamente recibidas por sectores sociales subordinados. ¿Qué descubrió el macrismo? ¿Qué llaves sabe accionar para acceder a las convicciones de millones de argentinos? Entender eso es empezar el largo camino para desmontar los mitos reaccionarios que son capaces de sembrar en las masas.
¿De dónde salió esa predisposición a creer en globitos de colores de tantos y tantos trabajadores, clases medias bajas, precarizados, etc., etc.? A diferencia de sectores de izquierda, no creemos que es porque le exigían al kirchnerismo más cosas de izquierda que las que el gobierno quiso conceder, y por lo tanto se sentían defraudados. No votaron al FIT, votaron a Macri. No se puede seguir con una visión idealizada del “pueblo”, sino que se lo debe comprender para realizar acciones políticas transformadoras.
Indudablemente faltó atacar con mucha mayor efectividad durante la gestión kirchnerista temas de enorme significación para amplios sectores populares, como el tema de la seguridad ciudadana y de la lucha contra la droga y el narcotráfico. Pero esas debilidades, para quienes tienen formación política, no pueden nunca llevar a votar a un gobierno antinacional y antipopular. Son demandas legítimas que debieron ser incluidas con mucha mayor fuerza en la propuesta política kirchnerista. Es probable que la figura de Daniel Scioli, para los millones de habitantes de la provincia de Buenos Aires que sufrían cotidianamente el miedo y la precariedad, no haya sido la del candidato que les garantizara una mejora en el rubro seguridad.
Finalmente hay que mencionar cierta depresión que se extiende en la militancia por la inefectividad parcial de muchas luchas, ya que el macrismo no cede en su política de regresión social y económica. Hay cansancio en los sectores más dinámicos, que también sufren la actitud conciliadora de parte de la dirigencia sindical que en principio se suponía afín al espacio popular. Los sucesivos desgajamientos partidarios que sufrió el espacio kirchnerista, desde Solá, Massa, Randazzo, hasta Pichetto y Bossio, muestran lo difícil que es sostener una lucha por la autonomía del Estado y la soberanía en el actual escenario nacional e internacional.
De todas formas, hay un importante núcleo comprometido consolidado, que constituye una excelente base para un cambio que debe ser también cuantitativo.
Los sectores populares menos politizados:
Así como decimos que hay carencias discursivas muy importantes si se quiere llegar a sectores que se alejaron, también debemos decir que muchas cosas que se hicieron bien no fueron adecuadamente reconocidas, o publicitadas. La enorme obra pública, la extensión del sistema de agua potable y cloacas, el fortalecimiento del sector sanitario, el lanzamiento de diversos programas de apoyo a sectores vulnerables, la propia Asignación Universal por Hijo, son apenas algunos de numerosos logros que no parecen ser valorados por amplios sectores de la población.
El caso de la AUH es notable. No sólo generó numerosas críticas en sectores populares, especialmente en clases medias bajas que asumieron el discurso racista propagado desde los editoriales de La Nación, sino que no impidió que los propios receptores de ese apoyo valioso votaran en muchos casos por el macrismo. Aquí nos encontramos con casos flagrantes de bajísima conciencia política, como se observó por los resultados electorales en numerosas villas de emergencia.
La aspiración mayoritaria de la población – que muestra capacidad evidente de modificar sus expectativas en forma descendente-, en esta etapa política es que la dejen vivir, que no le deterioren su nivel de vida. Tan importante como eso es que cada estrato de ingresos no sólo observa su posición relativa, sino cómo le va a los otros estratos. No es lo mismo descender en la capacidad de consumo en forma individual, que observar que otros también están cayendo, y quizás en forma más dramática que uno. Eso también juega en el nivel de enojo y en las demandas sobre el gobierno.
Nunca debe descartarse, para comprender la sorprendente afinidad de sectores sociales medios y bajos con la clase dominante, los valores compartidos entre los distintos sectores sociales. Es clásica la coincidencia, por ejemplo, en el tema impositivo. La legitimación de la evasión impositiva es compartida por los más grandes empresarios y los pequeños comerciantes y profesionales. Pero mientras los primeros tienen muy eficientes contadores y abogados que se ocupan de utilizar todas las vías para la evasión y elusión impositiva, los sectores subalternos son víctimas de la presión punitiva del Estado, y forman parte del consenso pro-evasor. Aun cuando ellos necesitarían un Estado bien provisto de fondos para resolver los numerosos temas aún pendientes en la Argentina
Lo mismo puede decirse en relación a tener “la plata afuera”, a comprar dólares con “libertad”, o a acceder a similares consumos suntuarios que los sectores más altos de la pirámide social. Las aspiraciones de las clases medias y medias bajas en muchos casos ayudan a entender la convergencia política con los sectores dominantes y la supuesta irracionalidad de votar por sus enterradores.
El caso del desmantelamiento pacífico del “Fútbol para Todos” revela el elitismo que existe en sectores que no forman parte de la elite social, pero que viven con satisfacción la exclusión de “otros” de un privilegio que ellos pueden abonar.
Otro factor que contribuye a la debilidad de la protesta opositora es el importante grado de despolitización de amplios sectores sociales, que no se ha revertido hasta el presente. La reversión de la despolitización no ocurrirá espontáneamente, ya que toda la máquina de entretenimiento social funciona a favor del adormecimiento de las masas. La reversión de este muy precario estado de conciencia será el producto de un trabajo político consciente y organizado, y sumamente creativo, o no será.
El individualismo, el desinterés por “la política” o a la incomprensión lisa y llana de para qué y por qué ocurren las cosas en la esfera política son parte del escenario cotidiano que encontramos a lo largo y a lo ancho del país, que limita la participación masiva en la resistencia contra el neoliberalismo.
Problemas que no son nuevos:
La debilidad relativa de la actual resistencia (en relación a la magnitud de la agresión que descarga el macrismo y el FMI), es en realidad una continuidad de las debilidades que se manifestaron en la defensa del gobierno anterior.
Recordemos, por ejemplo, qué débil fue el respaldo al naciente gobierno de Cristina en el momento del embate furioso del “campo” por la resolución 125. Los agro negocios llevaron al Rosedal porteño más gente que el “gobierno nacional y popular”. La CGT movilizó muy pobremente, para no hablar los sectores sociales más hundidos, que directamente no aparecieron en esa enorme confrontación social. Capítulo aparte merece el comportamiento de los sectores industriales, que salvo muy menores excepciones, no tuvieron una posición de apoyo al gobierno democrático y de respaldo a su política marcadamente industrialista.
Luego, otros hechos políticos ineludibles reconfirmaron el endeble apoyo popular al gobierno… popular. La derrota de Néstor Kirchner a manos del producto mediático De Narváez en 2009, o las grandes manifestaciones llenas de odio e incitación de la derecha, que no recibían las condignas respuestas movilizatorias del campo nacional y popular. Entonces también operaba la despolitización, el individualismo o la falta de comprensión política sobre lo que se estaba jugando, así como el insuficiente o ineficaz trabajo político de quienes defendíamos al gobierno popular.
2019 está por delante:
Nadie puede negar la increíble cantidad de luchas y movilizaciones realizadas en estos 3 años contra el macrismo, por las más diversas causas. Pero al mismo tiempo ha habido incapacidad de hacerlas converger en acciones más potentes de resistencia. Nuevamente la CGT, muy esperada como referente del espacio opositor, faltó a la cita, como numerosos dirigentes gremiales, que muestran un alto grado de amistad con el gobierno macrista.
Tenemos enfrente la excelente tarea publicitaria de la derecha orgánica, más la acción deformativa permanente del sistema de medios de comunicación, más la acción manipuladora de un aparato político inteligente y organizado, al servicio del triunfo del proyecto semi colonial.
Al mismo tiempo, la situación objetiva continuará deteriorándose para la inmensa mayoría. Los bienes simbólicos que la derecha es capaz de distribuir (prisión de kirchneristas, peligros terroristas, ilusiones de mejoría “el año que viene, si me votás”), son limitados y su credibilidad está siendo carcomida todos los días por la materialidad de la crisis.
Falta entonces la acción colectiva del campo nacional que sea capaz de interpelar a los sectores que orbitan ahora débilmente bajo la hegemonía ideológico cultural del macrismo. Todo puede ocurrir en 2019. Especialmente si hacemos las cosas bien.