Dígame que se siente señor juez

Fuente: Arnaud Iribarne | La Barraca
Fecha: 10 de ENE 2019

Doy por sentado que Ud. se enteró del fallecimiento de Héctor Timerman.

El ex canciller necesitaba viajar para continuar un tratamiento en EEUU dado que padecía un cáncer de hígado. No pudo hacerlo porque Ud. le dictó procesamiento y prisión domiciliaria por una causa inventada, por fuera del Código Penal.

No hace falta recordarle que la famosa denuncia del fiscal Alberto Nisman presentada durante feria judicial fue desestimada por la Dra. Servini de Cubría quien determinó que no justificaba levantar la feria para tratar ese caso. Luego también por Lijo.

El Dr. Daniel Rafecas, juez interviniente, llegó a la conclusión de que no existió delito ya que el famoso Memorándum de Entendimiento con Irán nunca entró en vigencia porque fue ratificado por el Congreso y no ratificado por su par iraní. (presuntos beneficiarios).

Apelado a la Cámara Federal ésta ratificó el fallo del Dr. Rafecas.

Pero Ud. inventó que había existido “traición a la patria” consiguiendo con ello la reapertura de la causa. Logró gran notoriedad en los diarios Clarín, La Nación, y los canales de TV que transmitían en cadena sus decisiones.

Los estudiantes de Derecho saben que solo hay “Traición a la Patria” en caso de que nuestro país esté en guerra y se favorezca al enemigo en el conflicto armado.

Pero Ud. es imaginativo e inventó la ANALOGÍA como interpretación de la ley penal. Como sus amigos de la CIA le dicen que la única pista que hay que investigar es la de Irán (descartando la de Siria y cualquier otra) quiere decir que IRÁN nos puso una bomba y que eso “es como si fuera una guerra”.

No tomó en cuenta que nunca Argentina rompió relaciones diplomáticas con IRÁN en todos estos años y que la analogía no es una interpretación de la ley penal en ningún caso. Esas minucias dejémosla para los estudiantes de Derecho ya que los reflectores de la TV lo iluminan y ningún periodista amigo hará preguntas que lo puedan incomodar.

La cuestión es que Timerman tenía el turno en la clínica en EEUU. el pasaje sacado, la visa de ingreso y el pasaporte al día, pero Ud. le impidió viajar.

La Cámara revocó el cargo de “traición a la patria” pero dejó la prisión preventiva vigente y EEUU le revocó la visa.

Ud. se mantuvo inmutable sabiendo que Timerman se moría.

Sergio Torres lo reemplazó durante la feria judicial y fue él quien levantó la prisión preventiva.

Cuando finalmente Timerman pudo viajar, en la clínica de EEUU le dijeron que era tarde para hacer el tratamiento que le habían recomendado y solo podían ofrecerle calmantes y paliativos para el dolor. Conclusión falleció el 30 de Diciembre, acababa de cumplir 65 años.

La pregunta que yo le hago es ¿qué se siente Sr. Juez conociendo el desenlace?.

Seguramente Ud. me preguntará si acaso yo puedo darle la certeza que ese tratamiento hecho a tiempo hubiera sido eficaz. Nadie lo sabe ni lo sabrá nunca.

Pero la pregunta que yo le hago es otra. Cuando Ud. se despierta en la alta noche y no lo enfocan las cámaras de TN y se queda quieto en la cama para ver si puede continuar el sueño ¿Qué le pasa por la cabeza?

Ud. me dirá que “a la hora del lobo” como la llamaba Ingmar Bergman cuando el cielo es más oscuro, frecuentemente rememora esa noche que mató a dos jóvenes por la espalda. Recuerda la pistola Glock (que le recomendaron sus amigos de la CIA) tronando dentro del auto,aturdiéndolo. Lo ahoga el olor a pólvora … hasta que los ve caer como muñecos. Esa noche no la va a olvidar nunca.

Ud. de derecho no sabrá mucho pero de la cloaca de Tribunales si sabe. Sabe bien con quién hay que hablar. Muy rápido el fallo fue “defensa propia” y ya está.

Cosa juzgada. Archivo definitivo.

Pero en su memoria no se borra esa noche. ¿Nunca pensó que habría sido de la vida de esos dos jóvenes si no se topaban con Ud.? ¿Tendrían novia?, Madre?

Y ahora, nunca piensa que, tal vez Timerman se hubiera curado? Tendrá familia? Tendrá nietos?

Todos moriremos algún día cuando nos llegue la hora.

Yo a Ud. le deseo que, dentro de muchos años, se encuentre con dos médicos que le ponen cara muy seria y le dicen: “Mi amigo, la ciencia no tiene nada para ofrecerle”. Y el Dr. Bonadío con voz temblorosa preguntará ¿Pero no van a intentar nada? Y los médicos le respondan “lo siento, nada podemos hacer”

Y Ud. tendrá que preparar la valija de regreso sabiendo que está desahuciado. Triste equipaje.

Allí se acordará de Héctor Timerman y dirá “a ese tipo yo le saqué las últimas balas del cargador cuando más lo precisaba. La última chance. A lo mejor se moría igual. Pero quien me lo garantiza? “

Ese día estará solo con calmantes. No vendrán ni Clarín ni TN ni Morales Solá ni los que le palmeaban la espalda y le decían “doctorazo, Ud. sí que se la juega. Ud. es el Sergio Moro de Argentina”.

Ese día ni se acordarán de Ud. Porque un juez moribundo no es noticia, ni sirve para ganar elecciones.

 

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