Fuente: Sergio Wischñevsky | Nuestras Voces
Fecha: 30 de JUN 2018
La Agencia Telenoticiosa Americana (Télam) fue creada el 14 de abril de 1945, bajo la influencia de Juan Domingo Perón con el objetivo de generar noticias propias para los argentinos y el mundo. En el 55 se intentó desmantelarla por primera vez y unos años después Frondizi la privatizó. En los años siguientes fue estatizada, clausurada, censurada y vuelta a poner en funcionamiento. La historia de un proyecto de soberanía informativa.
El despido de 354 trabajadores de la agencia de noticias del Estado tiene implicancias profundas. El martes llegaron los telegramas a Télam y ayer se sumaron los más de 40 trabajadores de Radio del Plata. Mientras achican los medios públicos y asfixian a los medios críticos, el Grupo Clarín crece y crece: el gobierno aprobó la fusión entre Cablevisión y Telecom. Una sola voz es la consigna.
Las cesantías en las diferentes áreas del Estado estuvieron siempre justificadas por el gobierno de Cambiemos con un discurso que asegura que es necesario achicar el gasto y ajustar. Sin embargo, los argumentos esgrimidos por el presidente de Télam, Rodolfo Pousá, abren un nuevo capítulo: reconoció que muchos trabajadores habían sido echados por su ideología. De esta manera, dio por inaugurada la temporada de persecución ideológica, que si bien estuvo presente desde la asunción de Macri a la presidencia, pocas veces fue admitida sin eufemismos. La crueldad del ministro Hernán Lombardi es solo una muestra más de la insensibilidad de quien empezó su gestión con el eslogan “todas las voces”. Sobre el dolor de los que se iban enterando que se quedaban afuera de la empresa celebró: “Hoy ganó el periodismo y ganaron los ciudadanos”.
Pero más allá del ajuste y la persecución de ideas, el achicamiento del personal de Télam en casi un 40 por ciento de su capacidad operativa responde a un proyecto que viene desde mucho más atrás en la historia. Se trata de la vieja discusión por la soberanía informativa.
El 14 de abril de 1945, bajo la influencia directa del entonces coronel Juan Domingo Perón se creó la Agencia Telenoticiosa Americana, cuyo acrónimo es Télam, que quedó luego como su nombre definitivo. Estamos en los tiempos de fines de la segunda guerra mundial, y sobre el horizonte mundial aparece Estados Unidos como la potencia hegemónica. Si algo sabían los países con mayor influencia es que debían tener su propia agencia de noticias. La economía, las armas y el control del flujo informativo fueron las herramientas que los países más poderosos cuidaban con celo. En Argentina había dos agencias de noticias norteamericanas que habían desplazado a las europeas del centro noticioso: la United Press International (UPI), creada en 1907, próxima al Pentágono, y Associated Press (AP), fundada en 1848, vinculada con el Departamento de Estado. Las noticias que llegaban desde el mundo eran filtradas por ellas. Los medios gráficos más importantes eran los conservadores La Prensa y La Nación.
Télam inició formalmente sus actividades el 12 de octubre de 1946, el objetivo era claro: no depender de las noticias generadas por entes extranjeros y privados, generar un flujo de noticias propio para la población argentina, y para los países del mundo. Mediante un decreto se ordenó que las radios se nutrieran de esta fuente.
En 1947, dos años después de la fundación, la agencia pasó a ocupar el primer piso del edificio de Esmeralda 433 sobre las instalaciones del Teatro Maipo. Pusieron pizarras y la gente se agolpaba, “la ñata contra el vidrio”, durante los grandes acontecimientos. Se inauguraron corresponsalías en muchos puntos del país. Se buscó evitar la enorme deformación que implicaba que llegaban más noticias de París o Nueva York que de cualquiera de las capitales provinciales argentinas.
La autoproclamada Revolución Libertadora que tomó el poder a sangre y fuego en 1955 no creía en la necesidad de que el Estado tuviera que dar su propia versión de las noticias en detrimento de las agencias internacionales. Se despidió gente de Télam y hasta se interrumpió el pago de sueldos por un año en 1957 y parte de 1958. El único motivo por el que la agencia no cerró fue la dedicación de sus profesionales que siguieron trabajando igual.
En 1959, con el efecto de la Revolución cubana rebotando por toda América, Estados Unidos impulsó la consigna “periodismo para el desarrollo”. Se pasó del paradigma que desconfiaba de la información proveniente de las empresas privadas, al que las veía como agentes del desarrollo. Con esta idea entró en total sintonía el entonces presidente, Arturo Frondizi, y tomó la decisión de privatizar Télam. El 30 de julio de 1959, mediante un decreto presidencial, la agencia pasó a denominarse: Télam Sociedad Anónima, Periodística, Radiofónica, Cinematográfica, Comercial, Inmobiliaria y Financiera. Pero como su interminable nombre lo indica, el objetivo era comercial, muy alejado de su misión primigenia de obtener y producir información propia, veraz, y vinculada a los intereses nacionales.
La aparición de cuatro canales de televisión y la multiplicación de radios y medios gráficos le dieron a la agencia un enorme dinamismo y crecimiento. El presidente títere que quedó una vez que los militares encarcelaron a Frondizi, José María Guido, clausuró Télam. La excusa fue que no informaba con objetividad. El gobierno de facto de Juan Carlos Onganía compró las acciones y la volvió a estatizar para controlar la información, que ya en ese entonces, estaba claro que era controlar el poder.
La dictadura surgida del golpe de 1976 dejó huellas terribles en Télam. Además de la censura a la que fue sometida, y la desaparición de dos de sus trabajadores, el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín comprobó que gran parte del archivo periodístico y fotográfico de la empresa había desaparecido.
Pero Télam siempre molestó. En 1984, las agencias privadas Noticias Argentinas (NA) y Diarios y Noticias (DyN) solicitaron públicamente el cierre de Télam. En 1992 el presidente Carlos Menem dispuso la intervención de la empresa y dos años después su liquidación, pero en 1996 dejó sin efecto el decreto para reemplazarlo por uno nuevo firmado por él y el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien dejó a Télam sin una de sus principales fuentes de ingresos al desmantelar el monopolio de la publicidad oficial.
En 2000 el gobierno de Fernando de la Rúa volvió a anunciar el cierre del área de publicidad y la venta de la sede central de la agencia ubicada en Bolívar 531 en la ciudad de Buenos Aires, pero estas medidas que no se concretaron. Al año siguiente se unificaron todos los medios de comunicación públicos, pasando la agencia a funcionar junto a Canal 7 y Radio Nacional dentro del Sistema Nacional de Medios Públicos; en 2002 recuperó su condición de empresa autárquica.
Claramente todas estas políticas cambiaron de orientación a partir de 2003. La agencia Télam tuvo un crecimiento exponencial con la creación de nuevas corresponsalías, la incorporación de nueva tecnología y su redefinición estratégica en la conciencia de la importancia de la información. Los contenidos producidos llegaron a los asociados y se replicaron en cientos de medios por todo el país, y como dato adicional, cientos de miles de chicos recibieron en sus notebooks la producción de la agencia por medio de un acuerdo con el Plan Conectar Igualdad.
La posibilidad de romper la red informativa que filtra a rajatabla la información que circula a nivel planetario es lo que siempre más ha molestado de Télam y de toda agencia noticiosa alternativa a los centros de poder. Se esgrime que durante el kirchnerismo la empresa se sobredimensionó porque tenía 950 empleados. No se sabe con qué parámetros se juzga excesivo ese número. Si comparamos con otras agencias como la española EFE podemos ver el tamaño de la mentira. EFE produce el 40 por ciento de la información internacional que publican los diarios de América Latina, es una empresa informativa multimedia con una red de periodistas a nivel mundial, donde más de 3 mil profesionales de 60 nacionalidades trabajan 24 horas al día desde más de 180 ciudades de 120 países y con cuatro mesas de edición en Madrid, Bogotá, El Cairo (árabe) y Río de Janeiro (portugués), para ofrecer sus productos a clientes en los cinco continentes. Cuando nos hablan de países serios no nos dicen estas cosas.
La francesa Agence France-Presse (AFP) cuenta con un despliegue similar y tiene 2960 profesionales trabajando. Rusia ha puesto en su actual agencia Rusia Today (RT) que en nuestro país se replica con RT en español una importancia central dentro de sus políticas internacionales. Ni siquiera hace falta decir la importancia que le da Estados Unidos o China a este tipo de temas.
No es una cuestión de ñoquis en el Estado. Es la renuncia a tener una agencia que responda a un proyecto nacional sin el cual la información que circula entre nosotros puede quedar en manos de intereses económicos privados. Ellos decidirán qué es lo que nos van a informar y que es lo que van a callar.