El desafío

Fuente: Isaac Rapaport | LLAMAMIENTO Argentino Judío
Fecha: 22 de FEB 2018

La muerte del fiscal Alberto Nisman, ocurrida en enero de 2015, sigue ocupando un espacio considerable en los medios de comunicación pese al tiempo transcurrido.

No es para menos. Que un fiscal de la Nación aparezca muerto en su casa —y en las circunstancias en que se suscitó el hecho— no es cosa de todos los días. Nadie vio nada, nadie oyó nada. ¿Qué fue? ¿Suicidio o homicidio?

No hay pruebas concluyentes en ninguna dirección. Sin embargo, las opiniones son tajantes y hasta justificadamente divididas.

Quienes apoyan la hipótesis de un asesinato son, en una enorme mayoría, opositores al gobierno que encabezaba Cristina Fernández de Kirchner. Días antes de su muerte Nisman había anunciado que se disponía a presentar en el Parlamento documentación que demostraría complicidad del Ejecutivo (Presidente, Canciller, etc.) para que los iraníes acusados de cometer el atentado a la AMIA eludan su responsabilidad frente a la Justicia argentina. A partir del anuncio del fiscal sería lógico imaginar —sostienen los antikirchneristas— que el gobierno hubiese querido acallar la voz de Nisman para lo cual habría planeado su asesinato.

Por su parte, los simpatizantes del gobierno de Cristina manifestaban —y aseguraban poseer las pruebas para demostrarlo— que la documentación a la que aludía Nisman le sería aportada por algunos importantes personajes de los “servicios” desplazados por el gobierno. Material falso, argumentaban, destinado a enlodar la imagen del oficialismo.

A escasas horas del día en que el fiscal debía efectuar la presentación esos papeles no le habían llegado a pesar de sus reclamos. Es de suponer el escarnio público que significaría para Nisman no poder cumplir con su anuncio. Eso, que para él sería insoportable, manifiestan los kirchneristas, lo indujo al suicidio.

Tres años de investigación no brindaron aún certezas terminantes.

***

En Israel el episodio despertó bastante interés debido a la numerosa colonia de argentinos residentes allí. Así parece demostrarlo la noticia que pudo leerse —entre otras— hace unos meses en los medios judíos locales: la Universidad Hebrea de Jerusalén (UHJ) organizó una conferencia cuyo objetivo era aportar certezas sobre la muerte de Nisman. La oradora fue la jueza argentina Sandra Arroyo Salgado, exesposa del fiscal, madre de sus dos hijas y entusiasta defensora de la hipótesis del asesinato.

Si bien es muy difícil garantizar la objetividad total en el discurso de cualquier institución, es en el ámbito académico donde puede requerirse un mayor grado de aproximación a la misma. La propia naturaleza de una entidad universitaria, donde la investigación para alcanzar la verdad es requisito rutinario, le confiere un grado de seriedad mayor que el habitual en otras esferas.

Resulta imposible pensar que en la UHJ desconocían la posición de la doctora Arroyo Salgado frente a la muerte de su exesposo, postura hecha pública en los medios argentinos.

Sorprendió, pues, que fueran únicamente los enunciados de Arroyo Salgado los que encontraran un espacio de resonancia en la universidad dejando comprometido su prestigio institucional al exponer la verdad de sólo una de las partes.

Al enterarme de la realización del evento, le envié un mail al Rector de la casa de estudios profesor Menahem Ben-Sasson, sugiriendo que, con posterioridad a la disertación programada invitara a exponer a alguien que sustente una posición contraria a la de la doctora Arroyo Salgado. Me llamó la atención la falta de respuesta. Aunque fuera sólo protocolar y sin profundizar en el tema, hubiese correspondido una respuesta de dos líneas.

Este silencio resulta sugestivo. ¿Será que también las autoridades de la UHJ participan de la misma conducta amañada y de ocultamiento de información respecto a este tema que involucra autoridades y medios de la Argentina en conjunto, desde luego, con las autoridades de la AMIA y de la DAIA?

Porque, a decir verdad ¿hasta qué punto la población de nuestro país —aún la misma población judía— está suficientemente enterada sobre este hecho e incluso del juicio que se sustancia actualmente sobre el encubrimiento de los encubridores del atentado a la AMIA?

Si la DAIA considera tan solvente e irrefutable su argumentación sobre el caso Nisman ¿por qué no la pone a prueba convocando a un debate público a representantes de otros sectores de la colectividad que tienen otro punto de vista? Por ejemplo, el LLAMAMIENTO Argentino Judío.

¿Se atreverá?

 

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