Fuente: Jorge Elbaum | elcohetealaluna.com
Fecha: 14 de enero 2018
Mientras permanecen como ignoradas las causas de la desaparición del ARA San Juan y el destino de sus 44 tripulantes, el canciller argentino, Jorge Faurie, manifestó recientemente que “las relaciones bilaterales (con el Reino Unido) comenzaron a cambiar (…) el 10 de diciembre del 2015, con una nueva orientación que busca enriquecer el nivel de relacionamiento”. La permanente omisión de la cuestión de Malvinas ha sido una constante del gobierno de Cambiemos. Es harto probable que Mauricio Macri no sea recordado como un presidente comprometido con causas patrióticas, pero su nombre perdurará, sin dudas, en los anales del Foreign & Commonwealth Office —el ministerio de relaciones exteriores británico—, como uno de sus más conspicuos facilitadores y aliados del primer cuarto del siglo XXI.
El 17 de septiembre de 2017, Horacio Verbitsky difundió en Página 12 algunos pormenores de la visita a nuestro país del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y de los acuerdos alcanzados con el gobierno de Cambiemos. Entre los integrantes de la comitiva de empresas que acompañaron al líder del Likud, partido de la derecha gobernante, figuraba el NSO Group, fundado en 2010 por mayor general Avigdor (Janusz) Ben-Gal, quien fuera anteriormente presidente de la empresa estatal Industrias Aeronáuticas de Israel, mandataria de la corporación Rafael Advanced Defense Systems. NSO Group es una de las tantas start-ups generadas a partir de una decisión militar de desarrollo enfocada al área del software estratégico, con base en la célebre Unidad 8200: una entidad de las fuerzas armadas israelíes fundada en 1952, dedicada a la ciberseguridad y ubicada en las cercanías de la ciudad de Beersheva, en el desierto del Neguev.
Caballo de Troya
En enero de 2015, la Corte Suprema de Panamá anunció el resultado de una investigación sobre espionaje en la que se acusó al ex presidente panameño Ricardo Martinelli de monitorear mediante el malware Pegasus —malware es un programa o código malicioso concebido para dañar un sistema, como los virus y troyanos— a más de cien políticos, periodistas, embajadores y empresarios. A raíz de esa denuncia, el ex presidente fue detenido el 12 de junio de 2017 en Miami y permanece en esa condición, a la espera de una extradición reclamada por la justicia panameña. Dos de los hijos de Martinelli, Ricardo y Luis Enrique, tienen pedido de captura internacional por el caso Odebrecht. A ambos se los acusa, además, de lavado de dinero producto de sobornos y de la utilización del mismo software de vigilancia, Pegasus.
El 19 de junio de 2017 el New York Times (NYT) reveló que el gobierno mexicano y diferentes empresas privadas de ese país desarrollaron acciones de espionaje mediante Pegasus contra periodistas, políticos de la oposición, integrantes de organizaciones no gubernamentales y miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que evaluaban la desaparición de los 43 estudiantes de magisterio de Ayotzinapa. La administración de Peña Nieto había adquirido el software espía a través de la Procuración de la Nación, por un monto de 32 millones de dólares, el 29 de octubre de 2014.
Según los datos revelados por el NYT, entre los vigilados se encontraban también diversos periodistas, entre ellas una de las más renombradas de ese país, Carmen Aristegui, y varios activistas relacionados con el fomento de impuestos sobre las gaseosas azucaradas, que sufrían la franca oposición de la empresa Coca-Cola. La fuente principal del artículo periodístico del NYT fue el dossier difundido por el Citizen Lab de la Universidad de Toronto, uno de los centros más rigurosos en el monitoreo de las políticas contra la privacidad. Su trabajo se titula “Espionaje gubernamental: monitoreo sistemático de periodistas y defensores de derechos humanos en México”.
Uno de los “productos” de NSO Group es la aplicación de intrusión y vigilancia de celulares, computadoras y bancos de datos que empezó a ser comercializado internacionalmente en 2011, permitiendo la gestión remota de la información recopilada. NSO Group vendió un setenta por ciento de su paquete accionario en 2014, por un monto de 140 millones de dólares, a un fondo de inversión denominado Francisco Partners, que al momento de la adquisición aceptó los requerimientos de las políticas de seguridad israelíes, que exigen la continuidad operativa de la gestión de este tipo de empresas (y de la ubicación de sus servidores) en la misma ciudad donde se originó, es decir, en Hertzlía Pituaj, veinte kilómetros al norte de Tel Aviv. La presentación corporativa de NSO Group anuncia, desde sus orígenes, que comercializa su software únicamente a agencias gubernamentales dispuestas a enfrentar el crimen organizado y al terrorismo. ¿El lema de la empresa? “Hacer del mundo un lugar más seguro”.
Uno de los accionistas de Francisco Partners es el fondo de inversión Elliot Management, uno de los denominados “fondos buitre”. Elliot esta administrado por Paul Singer, que en 2016 logró, gracias al gobierno de Cambiemos, la cobranza de los bonos “basura”, reclamados infructuosamente durante el kirchnerismo. El aporte de Cambiemos a dichos “fondos buitres” incluyó intereses usurarios y cuantiosas comisiones por un monto cercano s los 12.000 millones de dólares. Elliot Management y Francisco Partners adquirieron —gracias a las ganancias exorbitantes concedidas por Macri— el porcentaje mayoritario de la trasnacional de computación DELL y de la empresa dedicada a “combatir” virus informáticos, conocida como Symantec, logrando de esta manera la ubicación en los dos extremos de la vigilancia de internet: la producción de malwares y el software elaborado para combatirlo, como es el caso de Symantec. Francisco Partners posee oficinas en Londres, donde participa —gracias al aporte de uno de sus programas estrella, Pegasus—, de la red de compañías cooperantes del GCHQ, Government Communications Headquarters, la agencia gubernamental británica de inteligencia, dedicada a la ciberseguridad y la ciberdefensa.
El sable del cielo
El 29 de octubre de 2015, los gobiernos del Reino Unido y de Israel informaron conjuntamente una alianza estratégica orientada a la ciberseguridad. El acuerdo incluye la cooperación para la compilación y examen de información geoestratégica, el relevamiento de contingencias, el análisis de big data (orientado a descubrir patrones ocultos) y el seguimiento de data mining(consistente en detectar comportamientos predictivos). El 16 de febrero de 2016, el ministro del Reino Unido Matthew Hancock firmó en Israel un convenio de cooperación en ciberseguridad orientado a desarrollar módulos de previsibilidad militar mediante información estratégica.
Pocos días antes, el 22 de enero de 2016 se llevó a cabo una reunión entre Mauricio Macri y David Cameron, en Davos, donde ambos acordaron robustecer la relación bilateral, profundizando el diálogo sobre “todos los temas”, incluído el conflicto de las Islas Malvinas, que sin embargo se instalaría —según se afirmó— “debajo de un paraguas” (textual) para evitar la contaminación del resto de los temas. La alegría de los actuales ocupantes de la Islas Malvinas no se hizo esperar: en un comunicado oficial afirmaron que “es una definitiva mejoría respecto a Kirchner”.
Tres meses después de la divulgación de los espionajes a través del NYT, el NSO Group aterrizó en Buenos Aires junto a Netanyahu y una comitiva de treinta empresarios israelíes, bajo el absoluto silencio cómplice de las autoridades gubernamentales argentinas. Muchos de ellos están dedicados a la comercialización de material bélico y de ciberseguriad. Un mes después Teresa May informó —conjuntamente con el primer ministro israelí— el estrechamiento de sus vínculos, especialmente aquellos ligados a la seguridad. En la actualidad, luego de los escándalos de Panamá y México, Francisco Partners tiene en venta al NSO Group en 1.000 millones de dólares, al tiempo que se especula con el lanzamiento, desde las cercanías de la Unidad 8200, de una nueva generación de software con mayores niveles de alcance y penetración, asociados al monitoreo estratégico.
Con una ayudita de mis amigos
En enero de 2016 el entonces secretario de Defensa del Reino Unido, Michael Fallon, anunció que Gran Bretaña modernizaría la protección militar de las Islas Malvinas con una inversión cercana a los 280 millones de libras esterlinas, alrededor de 360 millones de dólares. Gran parte de ese monto, unos cien millones de dólares, han sido invertidos por el Reino Unido para la adquisición de un sistema de defensa israelí, el Sky Sabre (sable del cielo), propiedad de la corporación Rafael Advanced Defense Systems, consorcio integrante del conglomerado industrial de la Empresa Aeronáutica de Israel, presidida años atrás por el fundador de NSO Group, el mayor general Avigdor (Janusz) Ben-Gal.
El Sky Sabre contiene, según la información difundida por el Reino Unido a principios de 2017, un sistema de control y monitoreo, detección de vulnerabilidades informáticas, y redes “de posición”, que se asemejarán a un “paraguas” de resguardo de las islas, instalado frente a posibles “ataques” a la mismas. El “sable del cielo” engloba un sistema de “manejo de batalla, control de comando, sistema de comunicaciones, articulación informática e inteligencia”, cuyo acrónimo es BMC4I. El sistema adquirido por el Reino Unido dispone de modelos de orientación que utilizan —entre otras frecuencias— las redes celulares móviles, que contribuyen al monitoreo de inteligencia prospectiva, en este caso orientada a la “defensa aérea” de las Malvinas. El NSO Group, por su parte, es proveedor de software de geolocalización para el conglomerado de empresas Rafael Advanced Defense Systems.
La decisión del gobierno británico de adquirir material de ciberdefensa israelí llamó la atención de sus socios de la OTAN, que se vieron contrariados. Uno de sus expertos más relevantes, Douglas Barrie, integrante del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), hizo pública su extrañeza —probablemente sin conocer las ventajas ofrecidas por NSO Group— y juzgó críticamente la adquisición, al considerar que “parece un área delicada para entregar a un socio no perteneciente a la OTAN, o no europeo”. Israel es uno de los escasos países, además de EEUU y el propio Reino Unido, en votar en los foros internacionales en contra de la posición argentina referida a Malvinas. La cancillería argentina, por su parte, fue uno de los escasos países latinoamericanos en abstenerse de cuestionar la decisión de Trump de nominar unilateralmente a Jerusalém como capital del Israel. De los 193 Estados que integran la ONU, 128 países se manifestaron contra la resolución de los Estados Unidos, y solo nueve avalaron a Trump, entre ellos el Reino Unido e Israel.
En febrero de 1815, Manuel José García Ferreyra fue comisionado por Carlos María de Alvear, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para entregar sendas cartas a representantes del gobierno británico radicados en Río de Janeiro. Las misivas tenían como destino final el embajador británico en la corte portuguesa, Lord Strangford, y el Ministro de Relaciones Exteriores, Lord Castlereagh. En un párrafo de la primera de esas comunicaciones se consignaba que “este país [por las Provincias Unidas del Río de la Plata] no está en edad ni en estado de gobernarse por sí mismo, y necesita una mano exterior que lo dirija (…) En estas circunstancias solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos a estas Provincias, que obedecerán su Gobierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer…”. Dos siglos después Mauricio Macri vuelve a transmitir, como Alvear en su momento, un mensaje servicial. Sólo que en 2017 no es despachado a través de Manuel García, sino mediante Pegasus.