Fuente: Laura Manfredi | Nuestras Voces
Fecha: 27 de AGOSTO 2017
“Frente a la promesa del individualismo, debemos restablecer la promesa de que nos va mejor cuando nos cuidamos, cuando construimos comunidad”, dijo el diputado español Íñigo Errejón, del movimiento Podemos, en el cierre del Foro para la Construcción de una Mayoría Popular. Participaron también de este encuentro de debate político el diputado nacional, Axel Kicillof, el filósofo Eduardo Rinesi y la candidata a diputada nacional por Unidad Ciudadana, Gisela Marziotta.
Ayer finalizó el Segundo Foro para la Construcción de una Mayoría Popular, espacio creado para profundizar la discusión política en un contexto de avance del neoliberalismo. El último día de ponencias terminó con una panel magistral a cargo del diputado español por Podemos Íñigo Errejón, el ex ministro de economía Axel Kicillof y el filósofo y politólogo Eduardo Rinesi.
Con la moderación de la periodista y candidata a diputada nacional (Unidad Ciudadana) Gisela Marziotta, Errejón, Kicillof y Rinesi se expresaron sobre el desafío que implica construir nuevas mayorías populares: aprender del adversario, administrar las crisis económicas y la convicción de que el mundo puede ser diferente.
Los panelistas y los cientos de ciudadanos que participaron de la charla dentro y fuera del Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires iniciaron y finalizaron la jornada exigiendo por la aparición con vida de Santiago Maldonado, desaparecido por la gendarmería hace ya 27 días.
La rebelión de los privilegiados
“Estamos asistiendo a una rebelión de los privilegiados contra cualquier intento de tener que someterse a reglas democráticas”, afirmó el diputado español por la fuerza popular Podemos, Íñigo Arrejón. “En Europa se expresa no sólo contra derechos concretos sino contra la mera idea de que los sectores populares tengan participación alguna en el Estado”.
Respecto a la región latinoamericana Íñigo afirmó que en América Latina “las élites y minorías privilegiadas no están discutiendo si hay más o menos Estado. Lo que están discutiendo es si el Estado puede servir a algunos intereses diferentes de los exclusivos de las minorías. Y lo están discutiendo con la furia del que entiende que se le ha quitado algo que era suyo y que entiende que nuestro paso por el poder político es una especie de anomalía medio animalesca que el tiempo y la razón tendrán que terminar corrigiendo”.
“Hay que tomar una parte de esa insurrección de los privilegiados para entender cómo es que esa insubordinación es capaz en algunos momentos de construir mayorías políticas sólidas. El Partido Popular que gobierna mi país ha hecho políticas que han aumentado la desigualdad como no había conocido las últimas dos generaciones de nuestro país, han hecho políticas que condenan a la mitad de la juventud española a saber que tienen que elegir entre la precariedad, la inmigración o la resignación. Han hecho políticas absolutamente desastrosas para el conjunto de las mayorías sociales. Bien, tienen siete millones de votos”.
“No son siete millones de intereses oligárquicos y tampoco alcanza decir que son siete millones de personas engañadas, porque es que las televisiones juegan para ellos, eso no es ningún dato nuevo”, afirma el líder de Podemos y agrega: “Hay siempre una parte de verdad en el adversario, una parte de verdad que quiero combatir, pero que nos tenemos que tomar en serio. Creo que esta es de las peores lecturas o herencias que la interpretación más vulgar del marxismo nos dejó. No existe algo así como la falsa conciencia, los falsos intereses, gente que tiene unos intereses pero vota por otros. Existen proyectos, horizontes, objetivos o identidades que son capaces de fundar mayorías que giran el rumbo de los países en un sentido u en otro y que por tanto debemos tomarlas como reales”.
En relación a las elecciones Arrejón afirmó: “Que se pierdan no es un signo de derrota necesariamente. Preferimos ganarlas, pero no es un signo de crisis de los proyectos. Lo fundamental es cuánto de alto se pone el suelo mínimo de derecho, de inclusión de democracia, de redistribución de la riqueza a partir del cual los que después llegan al poder tienen que seguir construyendo” y agregó que “tal es así, que algunas de las derechas de la región mantienen algunos de los avances sociales hechos por los gobiernos populares. Y uno puede decir piensan fragmentarlos, bueno sí pero que los mantengan ya es un dato. La gente ya no lo siente como algo que le dio un partido político sino como un derecho y eso es una victoria cultural nuestra”.
“Hay una disputa por el sentido y por la construcción de una articulación de las diferentes ilusiones, esperanzas y expectativas. Frente a la promesa de que a uno individualmente le puede ir mejor en la ley de la selva, nosotros debemos restablecer la promesa de que nos va mejor cuando nos cuidamos, que nos va mejor cuando construimos comunidad, cuando restauramos lazos de solidaridad, cuando hay instituciones más sólidas, y que nos va mejor a todos. Ojalá tuviéramos oligarquías que entendieran que va también en su beneficio contribuir a la cohesión social y al desarrollo nacional. Pero si no lo entienden, hay que construir las mayorías que tengan la fuerza como para imponerlo democráticamente”.
La crisis del capitalismo
El ex ministro de economía Axel Kicillof se explayó sobre la crisis que tuvo comienzo en 2008 y de la cual aún hoy sufrimos consecuencias. “El mundo está atravesando una de las crisis económicas más graves, más importantes y más profundas de toda la historia del capitalismo”, aseguró.
Para el diputado nacional la crisis no terminó con el salvataje del Estado hacia los bancos: “A fines de 2010 la crisis se desplaza con furia a Europa y 2011 es un año de desastre en Europa en general, pero particularmente para los países más débiles: Portugal, Irlanda, Grecia y España”, países a los que el Fondo Monetario Internacional llama cerdos (PIGS). “Dicen que esos países vivían por encima de sus posibilidades. A mí me sorprendió cuando fui a España a acompañar a Podemos en la elección como era el mismo discurso que anticipaba lo que empezaban a decir acá: que era una fantasía, que España había vivido en un espejismo, que cómo iban a pensar que iban a poder tener su propio piso, su propio departamento”.
De forma sorpresiva, pero menos abrupta, la crisis llegó al mundo de los países emergentes: “A fines de 2014 caen los precios de las materias primas digamos cincuenta por ciento. El petróleo que estaba cien tuvo meses abajo de cuarenta, la soja, el cobre, el mineral de hierro, todos productos que son unos de los principales bienes de exportación de las economías periféricas. Para las más industrializadas de menor importancia relativa, pero para todas fundamental. Porque perder un cuarenta o cincuenta por ciento de tu exportación de un saque es algo que no aguanta ninguna economía. Y eso fue lo que inicia el capítulo latinoamericano de la crisis del 2008 y todavía continúa porque los precios siguen treinta y cinco, cuarenta por ciento abajo de todos los productos primarios que durante buena parte de la etapa anterior se mantenían en valores históricamente altos”.
Para Kicillof “la crisis del 2008 es la crisis del neoliberalismo. En Argentina, como en Ecuador, como en Venezuela, se adelantó también: nuestro 2001, lo que fue en Ecuador la crisis bancaria que terminó en la dolarización. Es decir, el neoliberalismo había fracasado en américa latina antes de que pasara esto en los países centrales. Es decir, que ya estábamos a contramano de lo que sucedía. Acá se estaban llevando políticas 180 grados al contrario de las políticas neoliberales. En América latina se instauró una experiencia anti neoliberal y lo más trágico, lo más doloroso para algunas embajadas de algunos países era que la políticas no neoliberales andaban mucho mejor, daban crecimiento, daban inclusión, reconocían derechos, generaban inversión privada. Lo que se hizo en estos quince años es para estudiar porque es algo que nos permite saber que no es necesario pensar que otro mundo es posible porque sabemos que hasta 2015 era real. Era real que se podían aplicar políticas distintas”.
¿Cómo se aborda una crisis desde el punto de vista de la política económica?, se pregunta Axel Kicillof. “Básicamente hay dos soluciones, una es la neoliberal que es hacer lo que hacen hoy los ministros de Macri: nada. Dejar las cosas en libertad, el tipo de cambio parece que lo determina el mercado y las importaciones entran como si fuera la tranquera de su propio campo. Permítanme decir que no se va a solucionar ni en el mundo ni en la Argentina con políticas neoliberales. En Argentina hicimos un experimento contrario y por eso termino nuestra economía funcionando con crecimiento, con bajo desempleo, con salarios al alza. Porque tomamos políticas contrarias que son las que demonizaron: regulamos el flujo de entrada y salida de capitales, regulamos el mercado cambiario, regulamos importaciones. Se intervino y regulo desde el Estado, protegiendo los derechos de los trabajadores, se tomaron las medidas contrarias, pero claro no es fácil”, dijo: “Enfrentar una crisis en nombre de las mayorías populares es complicado, pero ha sido una respuesta para la crisis”.
La verdadera República, el populismo
Eduardo Rinesi no duda en llamar a las nuevas corrientes que gobiernan la región neoliberales. Tampoco duda en compararlos con experiencias políticas anteriores: “El odio revanchista del ‘55, la brutalidad represiva que recuerda a épocas aún peores y el programa económico de los últimos diez años del siglo pasado”. “Este nuevo fenómeno político al que asistimos en la Argentina y que es de alcance regional, nos desafía”, afirmó y agregó que “tenemos la obligación de pensarlo con las máximas exigencias teóricas conceptuales”.
Para ello, el filósofo se adentró en un recorrido del término Democracia que permitió analizar los últimos cincuenta años de historia argentina. A partir de 2003, para el filósofo se inauguró un proceso de democratización de la democracia en base a los conceptos de libertad y de derecho: “Debo decir que el kirchnerismo hizo posiblemente más que cualquier otro gobierno de la Argentina que hayamos conocido en los últimos dos siglos por la defensa de las libertades individuales ciudadanas”, afirmó y citó como ejemplos concretos la eliminación de la figura penal de calumnias e injurias y la garantía del orden público durante los actos de protesta sin pistolas en las cartucheras de las fuerzas de seguridad.
“El kirchnerismo nos invitó a pensar otra forma de la libertad”, afirmó y la definió como libertad republicana: “La palabra República es una palabra demasiado preciosa en la historia del pensamiento político de occidente como para dejarla en manos de estos conservadores que se han apropiado de ella. Quiere decir cosa pública, bien común, bienestar general, patrimonio colectivo. Cómo van a levantar como propia la idea de República los que a lo largo de la historia de este país rifaron el patrimonio colectivo, destrozaron el bien común, arruinaron el bienestar general. Los verdaderos republicanos somos nosotros, los populistas”.
Para Rinesi, durante el kirchnerismo también “ocupó un lugar central la idea de derecho”: “Un proceso a través del cual cosas que nos habíamos acostumbrado a naturalizar como privilegios o prerrogativas de algunos se convierten en posibilidades ciertas y efectivas de todos” y desafía a que la falta de derechos produzca escándalo: “No como una palabra meramente moral sino como una palabra política, una palabra que nos invite a cambiar el mundo a través del desarrollo de políticas públicas activas”.
“El macrismo desconoce el escándalo porque no le parece ni bien ni mal, le parecen naturales las injusticias del mundo. Y si nosotros decimos que todo el mundo tiene derecho a comer dos veces por día, el macrismo nos mira con esos ojos gélidos que tiene y nos dice ¿y por qué?, ¿qué quiere decir eso? ¿Qué quiere decir que tienen derecho?”. La palabra derecho forma parte de lo que el macrismo caracteriza como una retórica de la impostura, un les hicieron creer que tenían derecho a comer dos veces por día, les hicieron creer que la universidad pública es para todos. Pero ¿qué locura es esta de pensar que el mundo puede ser diferente a como es?.
Para Eduardo Rinesi el escándalo permite tomar la decisión de que el mundo debe y puede ser diferente porque así como es, es injusto: “Esa idea de derecho me parece que es uno de los grandes legados que nos deja el kirchnerismo para enfrentar este tiempo particularmente siniestro por el modo en el que se complace perversamente en celebrar al mundo tal como es y en negarse a sentir un poquito de escándalo por lo injusto que el mundo así como se nos presenta. Tenemos que recuperar la idea de que el mundo puede ser de otra manera”.