Autor: Sebastián M. Giorgi/Nuestras Voces
24 de FEBRERO 2017
Análisis de las estrategias discursivas desplegadas durante la conferencia de prensa del 16 de febrero pasado. Más precisamente, en el cruce de Mauricio Macri con el único periodista que se atrevió a dejar en evidencia la incompatibilidad entre los casos de corrupción de la alianza Cambiemos, y la confianza y transparencia evocadas obsesivamente en el relato oficialista.
En el minuto 21 de la conferencia de prensa del 16 de febrero, Federico Tártara mencionó numerosos hechos de corrupción de la alianza Cambiemos y recordó que, dentro de los cincuenta funcionarios imputados, estaba el mismísimo presidente argentino. Teniendo en cuenta los antecedentes referidos, preguntó: “¿Cómo se genera [así] confianza?” y “¿cómo se combate [así] la corrupción?” La respuesta de Mauricio Macri fue: “Veo que no tenés una buena visión de lo que venimos haciendo.” Inmediatamente después, sonrió a la audiencia.
Vemos, pues, que la primera estrategia discursiva consistió en atribuir a una opinión del periodista los hechos verificables como, por ejemplo, las imputaciones decididas por la Justicia, y, también, los evidentes conflictos de intereses que existen en la CEOcracia. La segunda estrategia fue buscar la complicidad de los presentes mediante el contagio de la risa. En otras palabras: se rió en la cara del periodista e interpeló con la mirada a la audiencia para que hiciera lo mismo.
“Yo confío en que, valga la redundancia, la confianza en la Argentina aumentó”, continuó el Presidente. La tercera estrategia fue, entonces, universalizar su confianza. Es decir que porque él confía, todos deberían, necesariamente, confiar también. El movimiento es inverso al anterior. Si antes la realidad empírica era reducida a una realidad subjetiva de su interlocutor, ahora su propia realidad subjetiva es transformada en una realidad exterior que viven todos.
Si antes la realidad empírica era reducida a una realidad subjetiva de su interlocutor, ahora su propia realidad subjetiva es transformada en una realidad exterior que viven todos.
Como prueba de su afirmación anterior, Macri argumentó: “Si no, no hubiéramos tenido el éxito que tuvimos, por ejemplo, en la propuesta del blanqueo que nos permitió hacer la reparación histórica de los jubilados.” Recordemos que el famoso blanqueo favoreció únicamente a un sector muy reducido de delincuentes financieros cuya forma de vida está al margen de la ley y cuyas prácticas habituales son evadir, fugar y blanquear.
La cuarta estrategia fue utilizar al mismo tiempo una sinécdoque, es decir: la figura retórica que designa la parte por el todo y viceversa, y hacer uso de la antonomasia; esto es: la minoría privilegiada de delincuentes financieros es lo que mejor representa a la totalidad de la especie que habita esa realidad a la que se refiere el mandatario. Dicho de otro modo, para Macri la confianza de esa minoría privilegiada representa la confianza de todo el Mundo (PRO).
Cabe señalar que el eufemismo “sinceramiento” busca legitimar las operaciones ilícitas que se ocultan detrás del término “blanqueo”. Esto se logra porque los valores de “verdad” y “transparencia” pertenecen al mismo “dominio semántico” asociados al “sinceramiento” y se sitúan en un eje axiológico eufórico. Esto significa que nuestra cultura valora positivamente la verdad, por lo que todo lo que esté asociado a ella será bien visto; será políticamente correcto.
En sintonía con el procedimiento que acabamos de ver, esa suerte de transferencia de valores de una palabra hacia una práctica social, por más ilícita que esta sea, y por más forzada que parezca, se oculta, también, la falacia de la renombrada “reparación histórica”. Meter en la misma bolsa una práctica delictiva con otra reparatoria que apunta, supuestamente, a beneficiar a los jubilados, neutraliza de alguna manera los valores negativos de lo delictivo.
Pero también instala la ilusión de una relación causal: si esto, entonces aquello; si hay blanqueo, entonces hay reparación histórica. En los hechos, sabemos que se trata, más bien, de una estafa histórica. Una prueba es que el dinero de la minoría de delincuentes financieros que se benefició con el blanqueo no fue a los jubilados sino, por el contrario, fue a la compra de “autos premium” del segmento de 50.000 a 300.000 dólares. Toda esta operación retórica de transferencia de valores e ilusión causal por aproximación, aparece como supuesto en el fragmento del discurso de Macri que mencionamos en el cuarto párrafo.
“O sea por suerte se ve que hay mucha gente que cree que este gobierno viene a hacer las cosas de otra manera. Y las está haciendo de otra manera. Porque yo te pregunto a vos, ¿viste alguna vez en los últimos años, una conferencia de prensa en este salón, contestando a las preguntas de todos ustedes acerca de denuncias -lamentablemente no hubo pocas- durante todos esos años? No nunca existió”, afirmó, preguntó y se respondió el presidente (porque no hubo derecho a repregunta). Como observamos, la quinta estrategia fue comparar la actitud de este gobierno con la actitud del gobierno anterior, ubicándose en el lugar del diálogo y de la democracia, en contraste con la falta de diálogo y el supuesto autoritarismo K. No lo dice explícitamente, pero lo sugiere.
Ya es un leitmotiv del relato Cambiemos asociar de manera forzada los gobiernos populares con los fundamentalismos . Lo cierto es que nunca hubo tanta represión ni censura ni blindaje mediático ni fundamentalismo (de mercado) como ahora. Con la excepción de la última dictadura cívico-militar.
Ya es un leitmotiv del Relato Cambiemos asociar de manera forzada los gobiernos populares con los fundamentalismos identitarios tales como el hitlerismo. Se puede apreciar también en la hostilidad con el gobierno de Maduro, al que desplazó, despóticamente, de su legítimo liderazgo pro tempore del Mercosur. Lo cierto es que nunca hubo tanta represión ni censura ni blindaje mediático ni fundamentalismo (de mercado) como ahora. Con la excepción de la última dictadura cívico-militar. Incluso podemos afirmar que no estamos en una Democracia, sino en una CEOracia que se dirige hacia una Dictadura (a menos que reaccionemos a tiempo).
Ya cerca del final de su no respuesta al periodista, Macri siguió diciendo “entonces quiere decir que estamos en una nueva Argentina. Y depende de nosotros lo que vamos a hacer. Y la verdad que insisto: el proceso de mejora comenzó. Yo les prometí que en el segundo semestre la inflación iba a bajar, y bajó drásticamente. Les dije que íbamos a poner en marcha el plan de obras públicas más importante de toda la historia, y hay obras por todo el país. Les dije que íbamos a volver a crecer, y este año vamos a crecer de la mano del campo, de la agroindustria, de la energía, del turismo, de industrias importantes. Por suerte a Brasil también le está yendo mejor, y está empezando a comprar más de las industrias argentinas.”
Llegado a este punto, es muy probable que el Lector Activo –es decir que explora más allá de la Semiósfera La Nación-Clarín-Infobae-Télam- sienta una furia incontrolable hacia el mitómano de la Casa Rosada. Sin embargo, debemos destacar el control de todas las dimensiones comportamentales al afirmar semejantes mentiras. Uno no sabe si es fruto del entrenamiento o de la enfermedad (mitomanía, psicosis, psicopatía, etc.).
Llegado a este punto, es muy probable que el Lector Activo –es decir que explora más allá de la Semiósfera La Nación-Clarín-Infobae-Télam- sienta una furia incontrolable hacia el mitómano de la Casa Rosada. Debemos destacar el control de todas las dimensiones comportamentales al afirmar semejantes mentiras. Uno no sabe si es fruto del entrenamiento o de la enfermedad (mitomanía, psicosis, psicopatía, etc.).
No entraremos en la cuestión de la posición filosófica en la que nos ubicamos para definir la verdad. Pero es indiscutible que si el referente del discurso presidencial es la realidad empírica, es poco verosímil. Muy por el contrario, todos los datos sobre la inflación, la desindustrialización, la desocupación desmienten vigorosamente a Mauricio Macri. Dicho en otros términos, parecería que la sexta estrategia fuese la ficción. O sea que estaríamos ante la construcción de una realidad paralela en la que todas sus promesas estarían cumplidas para legitimarse como sujeto de autoridad.
En base a esta ficción, el presidente de carne y hueso, es decir: el deslegitimado en la realidad perceptible -porque nada de lo que dice se adecua a la realidad referente, a la Argentina-, lanzó la siguiente profecía (séptima estrategia): “así que yo creo que el 17 va a ser un año mucho mejor que el 16, y el 18 va a ser mejor que el 17 y el 19 mejor que el 18”.
Y terminó con una interpelación ideológica, a saber: “Pero tenemos que seguir todos comprometidos. Este trabajo requiere que todos estemos enchufados todos los días.” No es extraño que haya elegido la metáfora eléctrica porque sin la complicidad de los medios hegemónicos, Mauricio Macri, en lugar de ocupar la Casa Rosada, debería estar preso.
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