La ley israelí del apartheid, esa manía de representar

La reciente aprobación en la Kneset (parlamento israelí) de la ley definiendo a Israel como el “Estado-nación del pueblo judío” es de una gravedad inusitada y fue impulsada a instancia del gobierno derechista de Benjamín Netanyahu, aprobada por 62 votos contra 55.  A la nueva norma se le dio el carácter de Ley Básica y como Israel carece de Constitución adquiere un estatus especial en la legislación local.

Esta ley consagra el apartheid ya que marca una diferenciación de derechos entre la población judía —privilegiada— y el resto de las minorías (étnicas, nacionales y/o religiosas) que viven en el Estado y que constituyen el 20% de los habitantes.

Esta ley rompe con lo consagrado en la Declaración de la Independencia que, aunque nunca se convirtió en ley, venía fungiendo de referencia para la legislación israelí y fundamentalmente en su última instancia, la Corte Suprema. En ella se proclama que el Estado de Israel “estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”.

Aunque este enunciado nunca fue respetado completamente por ningún gobierno de turno, ahora ese irrespeto es consagrado por la nueva ley. También rompe con el tratamiento del árabe como uno de los idiomas oficiales junto con el hebreo, como se reconocía en un estatuto que data del año 1922. A esto hay que agregar un claro proyecto anexionista cuando proclama a Jerusalén como capital de Israel incluyendo la parte árabe oriental y que “el Estado considera que el desarrollo de los asentamientos judíos es de interés nacional, y … tomará medidas para alentar, hacer avanzar y servir a dicho interés”.

Se podría agregar mucho más pero con lo expuesto es más que evidente las aviesas intenciones de esta ley.

El LLAMAMIENTO Argentino Judío repudia y rechaza la consagración de esta Ley del Estado-Nación del pueblo judío porque convierte a Israel en un estado de claro apartheid en contraposición a las “enseñanzas de los profetas” como se pretendía en la Declaración de la Independencia y como indica la historia del pueblo judío luchando por la libertad, la justicia y la igualdad, codo a codo con los pueblos de los países donde vivían.

Pero hay otro aspecto que nos preocupa sobremanera: es la manía de representar. Declaran a Israel como estado-nación del “pueblo judío” lo que incluiría a todos los judíos cualquiera sea el lugar en el mundo donde habiten, llegando al absurdo de que algunos abogados —que representan los intereses del Estado ante la Corte Suprema—sostienen que la ley es de ¡aplicación extraterritorial!

Los argentinos judíos somos parte del pueblo judío pero somos fundamentalmente ciudadanos argentinos que nos regimos por las leyes de nuestro país. Negamos la pretensión de un estado extranjero de asumir nuestra representación y de incluirnos dentro de su cuerpo normativo. Podemos sentirnos cultural o religiosamente judíos, incluso muchos seguramente abrigan sentimientos de afecto hacia Israel, pero tenemos plena conciencia de ser argentinos y que nuestro destino está íntimamente vinculado al destino de nuestra Patria. Por eso el LLAMAMIENTO Argentino Judío participa y lucha junto a las fuerzas, nacionales, populares y democráticas contra el modelo neoliberal que hoy está sumiendo en la pobreza y el hambre a la mayoría del pueblo.

No nos representan ni aquí ni allá.

Marcelo Horestein – Secretario
Jorge Elbaum – Presidente

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